Tras las noticias del motín de Aranjuez, la ciudad también se amotinó desde el 24 de marzo, durante varios días; se humilló la figura deManuel Godoy (su retrato acabó hecho pedazos y arrojado al Pisuerga), y culminó con el asentamiento del Marqués de Revilla en la regiduría fernandista. El 31 de mayo de 1808 se produce el dos de mayo vallisoletano: el pueblo se agolpa en plazas y calles al grito de ¡Viva Fernando VII!, exigiendo el alistamiento general y la entrega de armas. La insurrección despertó la preocupación del mariscal de Bessières. Como consecuencia, se preparó la batalla de Cabezón, que se produjo el 12 de julio, con una derrota absoluta y retirada en desbandada del ejército dirigido por García de la Cuesta, reunido en condiciones muy precarias.
La ciudad fue finalmente liberada por el ejército mandado por Wellington, en julio de 1812.
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